Sagrada Familia

Queridos hermanos de mi corazón: Que el amor y la paz de Cristo Jesús nuestro único y verdadero Señor y Salvador esté siempre con ustedes y que nuestra Madre María, los cubra con su manto santo, todos los días de sus vidas.

Estamos viviendo un tiempo muy tremendo en el mundo; en todos lados se oye puras palabras de desaliento y se ve el gran dolor que existe en medio de las sociedades.

Veamos por ejemplo como se vive en medio de las mismas familias. Es triste y ciertamente doloroso ver como los hogares se ahogan en el mar inmenso de la desolación. La amargura ha venido y ha cubierto sus almas con desaliento y oscuridad. Lo jóvenes cada día se alejan de la luz de Cristo, mientras los padres encubiertos en sus propios mundos, no les brindan la atención que sus muchachos necesitan.

En nuestros hogares, que supuestamente es lugar en el que debe de existir la coherencia y la sabiduría de padres hacia los hijos, es en realidad el terreno en donde existe el dolor, el llanto y el sufrimiento pues los mismos padres abusan de sus hijos en una forma psicológica, física y espiritual; Los esposos pegándole a sus esposas y viceversa, sin importarles los dolores que les causan a sus hijos.

Es por ello que mucho niños al verse desolados, buscan la calle como consuelo y es allí en donde se encuentran con otros muchachos que buscando un escape se envuelven en drogas, alcohol y prostitución.

Si esto sucede en medio de nuestras familias, imagínate como estará el mundo de alrevesado. Hoy vemos como niños se van a dormir sin saber si van a despertar pues la desnutrición los tiene más allá que por acá; y es que, los grandes líderes de los países “desarrollados”, crean desajustes económicos, para tener mejor control sobre los del “tercer mundo” (no sé en donde se quedaron los del segundo mundo), des estabilizando las sociedades que se ven obligados a entregarse a las fuerzas poderosas de los que tienen las riquezas y con ello arrastran a muchos que sin más se pierden por no tener oportunidades mejores en la vida.

El otro día hablaba con un hermano Mormón sobre la pobreza y el desarrollo de las familias en medio de una sociedad en la que no se miran avances económicos. Él me decía que la gente es pobre porque no da su diezmo a la Iglesia como él los otros miembros de su iglesia lo hacían. También me reputaba que la gente no quiere salir de su pobreza porque no sabe ahorrar. ¿Cómo es que podemos pensar de esa manera? Si bien es cierto que debemos de dar la décima parte de nuestras ganancias a Dios, eso no necesariamente nos hará ricos. Claro nunca nos faltará el pan sobre la mesa, pero no necesariamente nos convertirá en un Bill Gates. No podemos criticar a esas personas que viven en condiciones infrahumanas, ¿Cómo pretendemos pedirle a esa gente que de su diezmo cuando la miseria que ganan no les alcanza para comer? ¿Cómo pretendemos decir que esa gente no sobre sale porque no ahorra, si el patrón no le paga lo suficiente? ¿Cómo pueden esos niños ir a la escuela, cuando sus barrigas están hambrientas?

La realidad es cruda para los que la entendemos. Es por ello que debemos de descubrir en lo íntimo de nuestros corazones, la importancia que tiene para nosotros los que nos llamamos cristianos, la atención a nuestras familias, sin desatender a la familia de Cristo. Porque dando es como recibimos y si en mi hogar doy amor, en la calle mis hijos darán amor. No habrá para ellos necesidad de buscar ese amor en otros, ya sean personas o vicios. Eso mismo nos conducirá a dar nuestro diezmo a los necesitados, a los niños que duermen bajo los puentes, a llevar palabras de aliento a los jóvenes con pensamientos suicidas, llevar a los ancianos un corazón que sabe escuchar lo que llevan en su corazón, a brindar esperanza a los enfermos y paz y tranquilidad a los presos.

Es por ello que hoy te invito a que no seas parte del dolor, más bien, se parte de la solución. Nunca es tarde para arrepentirse de lo mal que hemos tratado a nuestros semejantes. Quizá por lo que te hicieron sufrir a ti, es por ello que tratas así a tu familia o por las ansias de poder, tratas como basura a los compañeros de tu trabajo. Recuerda hoy puede ser tu día y cuando celebres el día la Sagrada Familia, podrás con toda confianza recibir las grandes bendiciones que Dios tiene para ti.

René Alvarado

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