¿Cuántos de nosotros no hemos atravesado por momentos duros y difíciles y pensamos que nuestras vidas no valen o no tienen sentido? Hay ocasiones en las que las experiencias negativas de la vida nos lanzan flechas incendiarias del enemigo, haciéndonos sentir como basura. Es una realidad que nuestros dolores sean profundos, que nuestras angustias por las circunstancias de la vida no nos permitan darnos cuenta que más allá de nuestras oscuras realidades, se presenta en medio de ello la gracia y el amor de aquel que todo lo puede; ese ser que está dispuesto a mar con amor eterno y que lo demostró dando su vida en la cruz del Calvario.
Su palabra nos invita a creer en ese amor, a que no decaigamos, que así como le damos oportunidades al mundo para solucionar nuestro problema, que él está allí presente en espera a que volteemos nuestras miradas y nos demos cuenta que no estamos solos, que si confiamos en ese amor eterno, él estará siempre dispuesto a sostenernos entre sus brazos.
“No temas, yo estoy contigo” Nos dice Is 41: 10 Mira que palabra de aliento es esto. “No temas…” ¿Por qué hemos de temer a la vida?; ¿Por qué he de afligirme por mis problemas? ¿Es que mi problema es mucho más grande que el amor de Dios? El problema real es que nos dejamos conducir por lo que estamos a travesando en el momento, sin darnos cuenta que mayor es el poder de aquel que nos ama. Y, ¿por qué no decirlo? Nos dejamos roba de la paz y la armonía que se encuentra en el creer en él. Nos hemos dejado conducir por las calles de la desolación pensado que lo que vivimos no tiene sentido, que nuestra realidad es tan profunda que no hay nada que se pueda hacer. Eso es mentira del enemigo. Para todo problema hay una solución y si en verdad no existe, entonces ¿por qué seguimos preocupados? Hay que centrarse en la solución y no en el problema. Puede que en estos momentos difíciles en los que has perdido tu empleo, te lleve a perder tu hogar, posiblemente te avisaron de una enfermedad terminal y no sabes que hacer. No sé cuál sea tu “gran” problema, lo que si sé es que si confías en Dios, si confías en su amor, entonces verás con ojos diferente, te enfocarás mejor y entonces te será más fácil asimilar esa frase, “No temas, yo estoy contigo”.
A dónde quiera que vayas o dónde quiera que ten encuentres en la vida, solamente hay una solución para tu problema. Afronta tus realidades, enfréntate al toro tomándole por los cuernos. No hay que temer, el miedo viene del diablo, pero la paz y tranquilidad viene de Dios todo poderoso.
“No mires con desconfianza, pues yo soy tu Dios” Que tremendo. Mira cuando tenemos problemas, buscamos por lo regular a alguien que nos ayude darle solución ¿correcto? Buscamos por medio de la medicina, por medio de los brujos, hechiceros, por medio de santería o brujería, y al final cómo terminamos… peor de como empezamos. Cuando nos dicen: ve a la Iglesia y refúgiate en el Señor, nos reímos pues pensamos que para nuestro problema ocupamos algo palpable, algo que podamos ver, algo que podamos controlar y decidimos mejor por lo equivocado. Pero Dios que te conoce a profundidad y que desde el vientre de tu madre conoce de que pata tu estas cojeando te pide que confíes plenamente en él. Mira, cuando visitas a los brujos o hechiceros, gastas mucho dinero y todo para qué, mientras que Dios te dice: “A ver ustedes que andan con sed, ¡vengan a las aguas! No importa que estén sin plata, vengan; pidan trigo sin dinero, y coman, pidan vino y leche, sin pagar. ¿Para qué van a gastar en lo que no es pan y dar su salario por cosas que no alimentan? Si ustedes me hacen caso, comerán cosas ricas y su paladar se deleitará con comidas exquisitas. Atiéndanme y acérquense a mí, escúchenme y su alma vivirá.” Démonos cuenta de la grandeza de Dios, de su poder inmenso que se entrega a cada uno de nosotros y sobre todo, que lo hace de gratis. Su amor no cuesta nada, su bebida es bebida verdadera, su alimento es fuerza y poder para todo aquel que quiera venir a él.
Nuestro problema es que pensamos y actuamos con el razonamiento, con el intelecto externo. Pensamos que si es gratis, entonces no funciona. Es que debemos de pensar sí, pero con el corazón, creyendo en su totalidad en lo más íntimo de nuestros corazones que no estamos solos y que su amor al acompañarnos se derrama sobre nuestras vidas. ¿Por qué buscar pestañas a lo que nunca tuvo ojos? Nos dice el cantante Arjona. Para darle solución a nuestro problema, buscamos siempre en donde no se encuentra la solución.
Antes de que el Señor sanara mis ojos, yo necesitaba de lentes para ver y como era medio vanidoso, nunca me los quería poner. Un día mi madre me manda a comprar tortillas con la señora que se ponía todas las noches bajo la luz del único poste del callejón en el barrio en el que vivía. La luz que emitía este poste era bien bajo creo que de unos 15 a 25 watts, casi nada. Mi madre me da dos moneditas de a cinco centavos (en Guatemala esas monedas son muy pequeñas), para las tortillas. Cuando estaba ya pidiendo la orden, que se me cae una de las dos monedas y como era ciego y no me quería poner los lentes, no vi en dónde cayó la monedita. Entonces en vez de diez centavos de tortillas, pedí solamente cinco. La tortillera al ver que se me cayó la moneda me dice: “Mirá vos patojo, se te cayó la ficha de cinco len”. Yo por mi vergüenza de no ver la moneda le dije: “A mi no me ha caído nada” Y como insistía, entonces le dije: “Pues entonces deme otros cinco centavos de tortillas”. Así estamos, ciegos interiormente por no querer ponerlos lentes del Señor. No vemos su grandeza, no vemos lo mucho que él nos ama y sobre todo lo mucho que él quiere que seamos felices, sin lamentaciones o quejabanzas.
Cuando no queremos creer que él siempre está a nuestro lado; cuando no queremos creer que siempre a nuestro lado va, es cuando no vemos la moneda que se nos cayó. ¿Cuál es la moneda que se te ha caído? ¿Por qué no la encuentras? Posiblemente porque buscas bajo el foco del mundo y no bajo la luz del Señor. Ya es hora para que recapacites y dejes que sea Dios en su inmenso amor el que te de la fortaleza para encontrar la paz y la tranquilidad anhelada en tu corazón. Solamente es a través de su amor como llenarás el vacío que llevas por dentro. Simplemente acércate a él y verás como tu lamento se convierte en canto.
Padre, te doy gracias por tu inmenso amor y gran misericordia, pues me has demostrado que siempre vas a mi lado y que tu amor ha estado conmigo desde antes que naciera. Hoy te pido me des fuerzas para poder creer en tu misericordia. Dame la valentía para afrontar mis problemas con paciencia y la voluntad para siempre buscarte bajo tu luz. Amén.