El bautismo del Señor

En aquellos días Jesús vino de Nazaret, pueblo de Galilea, y se hizo bautizar por Juan en el río Jordán. Al momento de salir del agua, Jesús vio los Cielos abiertos: el Espíritu bajaba sobre él como lo hace la paloma, mientras se escuchaban estas palabras del Cielo: «Tú eres mi Hijo, el Amado, mi Elegido» Mc 1:8-11 Bauismo del Señor

Existe mucha controversia con respecto al verdadero bautismo. Que si hay que bautizar de niños o si el verdadero bautismo se debe de practicar cuando se es adulto, etc. La realidad del caso es que nos olvidamos del verdadero significado y valor del sacramento que nos lleva a manifestar el amor total y real del Padre hacia cada uno de sus hijos.

En el momento del bautismo nos convertimos en hijos adoptivos del Señor y eso nos permite de cierta manera vivir a plenitud de la gracia del Padre en nuestras vidas. No podemos decir que si me bautizo de grande entonces ya soy salvo ni tampoco podemos decir que si bautizamos a nuestros infantes, entonces automáticamente ya son parte del Reino.

Es ridículo tratar de analizar el bautismo desde un punto de vista religioso y sobre todo del punto de vista netamente humano. En el primero nos llenamos de tanto rito, que en muchas ocasiones termina en un acto más que religioso, en un acto totalmente social.

En el segundo, llevamos a cabo el bautismo, de acuerdo a cómo comprendemos la Biblia y muchas veces la entendemos desde el punto de vista de lo que nos conviene, saliéndonos realmente del verdadero significado del sacramento que estamos celebrando. Pongamos por ejemplo a algunas iglesias que son dirigidas por personas que entienden la Palabra de Dios de una manera que ni se acerca a la verdadera realidad de Dios, ni siquiera desde un punto de vista teológico. Hay quienes que bautizan solamente a los adultos, mientras otros solamente bautizan a los mismos adultos en el nombre de Jesús solamente, olvidándose del mandato del mismo Señor Jesucristo: “Id y bautizadlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” Mt 28:19

Volviendo al primer punto, nosotros los católicos bautizamos a nuestros hijos, porque creemos con todo el corazón que al momento de su bautismo, nuestros hijos son perdonados del pecado original. Sobre ello somos criticados, pues nos dicen que un niño no tiene sentido de lo bueno o lo malo que por lo tanto no pueden ser perdonados de ningún pecado. Puede que ese pensamiento convenza al incrédulo que solamente busca pretextos para no bautizar.

Debemos por lo tanto recordar una cosa bien importante, que somos nosotros los padres y padrinos quienes vamos a educar a nuestros hijos en el proceso que los llevará a su conversión total; claro, sabemos que el bautismo es importante, pero más importante es la educación que ellos recibirán de sus padres y padrinos, quienes al bautizar a sus hijos, adquieren una gran responsabilidad, actuando y trabajando sobre una vida mejor, dando a demostrar que ellos viven a plenitud su propio bautismo.

¿Del por qué se bautiza a nuestros niños? Es una pregunta lógica que no se debería de preguntar desde el punto de vista del niño, al contrario se debería de hacer a los padres que llevan a bautizar a sus hijos. En cierta ocasión, una pareja que no estaba casada por la Iglesia y ni siquiera por el civil, se acercó a la parroquia y preguntó cuando serían los próximos bautismos. En la rectoría le dijeron que se bautizaba cada fin de semana y que ellos deberían de tomar unas clases dos semanas antes del bautismo de su niño. ¿Por qué? Preguntaron los papas. Pues es necesario tomar las clases, para saber el significado del sacramento y además tienen que estar presentes los padrinos. La pareja se sintió ofendida y dijeron que en su pueblo, solo se acercaban al párroco y él los bautizaba sin tantos cuentos. Al final la pareja accedió a venir a las clases y por compromiso lo hicieron. Para eso prepararon todo lo que iba a ser la fiesta: piñata, birria, pollo, sopa de arroz, invitados y sobre todo cerveza, mucha cerveza pues no podía haber bautizo, sin celebración. Total que el día tan esperado llego. Tanto los padres como los padrinos asistieron al rito y como eran muchos los niños que serian bautizados en esa ocasión, la celebración duro varias horas. Los papas empezaron desesperarse y comenzaron a hablar mal del sacerdote que llevaba a cabo la ceremonia. Total al final salieron más rápido que un toro en pleno, en una justa taurina.

En el camino el niño se les durmió y al llegar a la casa, decidieron dejarlo en coche para no despertarlo y paso siguiente, se dieron a convivir con los invitados a la gran fiesta por el bautismo de su hijito.

Las horas pasaron, quebraron la piñata, comieron la birria, el arroz, el pollo y bebieron cerveza, mucha cerveza. Al final del día, alguien pregunto por el niño, y en ese momento recordaron que lo habían dejado en automóvil. Cuando llegaron, encontraron al niño muerto. Habían dejado las ventanas cerradas y entre cerveza y cerveza, se olvidaron de quien era el motivo de la celebración.

Desgraciadamente ese es el resultado del Sacramento de bautismo, que hemos convertido en “sacramento social”, olvidándonos que al bautizar a nuestros niños, les damos la bienvenida a ser parte integral de la Iglesia, como verdaderos hijos de Dios.

Recordemos que el dignificado más importante es el del perdón de nuestros pecados. San Juan Bautista predicaba como una voz en el desierto, haciendo un llamado a la conversión de nuestras almas, de nuestras actitudes y de nuestros pensamientos o maneras de comportarnos con respecto a los demás.

El bautismo es un sacramento que nos lleva a vivir una vida que es de agrado al Señor. No podemos decir tan siquiera: “Abbá papito”, si no comprendemos lo que el bautismo es para nuestras vidas. Es por ello que al bautizar a nuestros hijos, los entregamos al Señor como hijos suyos. Esto nos debe animar a cada uno de nosotros a ser mejores padres y mejores padrinos.

El llevarlos a bautizar no significa que la próxima ves que los llevemos, al templo, es cuando hay que cumplir con el segundo sacramento y luego con el tercero y luego si ellos quieren, con el cuarto

Al buscar padrinos, busquemos que sean realmente padrinos y no compadres. El padrino es que dedica su tiempo a sostener la vida espiritual de sus ahijados. El compadre solamente busca agradar a su compadre y en ciertos casos a su comadre, pues ésta “muy buenota” la comadre (espero me entiendan)

Recordemos que el bautismo es un sacramento primordial en nuestras vidas y debemos de llevarlo como el pináculo de nuestras vidas. Llevemos a nuestros hijos a bautizar, no por cumplimiento porque esa palabra esta formada de dos partes: una “cumplí” y la otra “miento” es decir que solamente cumplimos con el requisito y mentimos al decir que educaremos a nuestros bautizados en la responsabilidad de ser cristianos.

Mira el ejemplo de Jesús. Él se hizo bautizar no como cumplimento, sino como responsabilidad de Hijo de Dios. Eso lo llevo a vivir una vida de entrega al llevar el Evangelio que salva a la humanidad. Tanto así, que dio su vida por el compromiso que adquirió al ser bautizado.

Como bautizados tenemos la responsabilidad de llevar el Evangelio a la humanidad entera, recordando sus palabras que deben de resonar en lo más íntimo de nuestro corazón. “Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia” Mt. 28-20

Ahora mi pregunta para ti es la siguiente: “¿Cuál ha sido tu compromiso como bautizado? ¿Estas viviendo verdaderamente a plenitud tu bautismo? ¿Estas realmente educando a tus hijos en los caminos del Señor? ¿Eres padrino honesto o eres compadre que en ves de llevar a tu ahijado al Señor, lo guías a la perdición, con tus ejemplos?

Se bautiza a los niños por fe de sus padres y responsabilidad de sus padrinos. Si lo haces por rutina o porque hay que hacerlo y no porque se tiene fe y plena confianza del Creador, mejor no lo hagas, pues en ves de hacer un bien haces un mal. El bautismo se vive toda la vida y tú como padre o padrino, tienes la responsabilidad con tu ejemplo, de que eso sea así con tus bautizados.

Es ridículo pensar que llevo a mi hijo a ser bautizado, y yo ni siquiera estoy casado. Qué ejemplo estamos dando.

Un día le pregunte a un amigo, del porque no bautizaba a su hijo. A lo que me respondió: “Porque no tengo dinero para la fiesta” Que respuesta más tonta. Y eso es lo que nos evita a la mayoría de nosotros el bautizar a nuestros hijos. Pensamos más en la fiesta que en el sacramento. Lo mismo nos dice cuando no están casados y ese ejemplo les damos a nuestros hijos.

René Alvarado

Pan de Vida, Inc.

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No se lo impidan

Queridos hermanos de mi corazón, que la paz de Cristo Jesús nuestro Señor esté siempre con todos ustedes y sus seres queridos.

Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que hacía uso de tu nombre para expulsar demonios, y hemos tratado de impedírselo porque no anda con nosotros» Jesús contestó: «No se lo prohíban, ya que nadie puede hacer un milagro en mi nombre y luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está con nosotros. Y cualquiera que les dé de beber un vaso de agua porque son de Cristo, yo les aseguro que no quedará sin recompensa» «El que haga caer a uno de estos pequeños que creen en mí, sería mejor para él que le ataran al cuello una gran piedra de moler y lo echaran al mar. Si tu mano te está haciendo caer, córtatela; pues es mejor para ti entrar con una sola mano en la vida, que ir con las dos a la gehena, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te está haciendo caer, córtatelo; pues es mejor para ti entrar cojo en la vida que ser arrojado con los dos pies a la gehena (Géenna, barranco localizado en Ben-Hinon al sur de Jerusalén, el cual se conocía como lugar de mala muerte, en donde se quemaban hogueras para la adoración de ídolos y por lo tanto pasó a ser un lugar de comparación del infierno). Y si tu ojo prepara tu caída, sácatelo; pues es mejor para ti entrar con un solo ojo en el Reino de Dios que ser arrojado con los dos al infierno, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga. Pues el mismo fuego los conservará»

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